Memories from long ago

Es tarde y debería estar durmiendo, pero entre medio de tanto cuento ridículo, y desesperaciones paranóicas varias, me estoy acordando de historias añejas, breves, largas y cerradas. Hoy me acordé de un verano, hace mucho tiempo, cuando yo era chica e inexperta, y conocí a otro niño ya no tan niño y experto. Me acuerdo a lo lejos de las caminatas rumbo al muelle bajo la luz de la luna y un infinito de estrellas alumbrando el camino, el sonido de las ranas entre los juncos, y el agua esmeralda hecha negra en la noche. Trato de pensar en las mariposas que sentía mientras me acompañabas en ese corto caminar, y derepente de las ganas de que me dieras un beso, porque en ese entonces yo no daba los besos, sino que me los daban. Me disculparás si te digo que no me acuerdo muy bien de dónde y cómo fue un primer beso entre tú y yo, ni de cómo se sintió, porque ya ha pasado tanto tiempo y hay hoy otro primer y último beso que se roban mis recuerdos, pero todavía me acuerdo a modo de flashbacks lo que pasó ese verano y lo que vino después.

Fue todo muy lindo, gracias. De verdad, muchas gracias, por hacer que en ese momento todo, absolutamente todo lo que me enseñaste haya salido bonito y delicado, gracias por haber sido siempre sutil, amoroso y comprensivo. Gracias por haberme dejado la puerta de atrás abierta hasta donde pudiese ser utilizada. Gracias por enseñarme tantas mañas y maldades juntas. Gracias por haber sido tú, así, tan tranquilamente el primero de muchos.

Pero cuando terminó el verano yo comenzaba a vivir la aventura de la vida y no me arrepiento de nada de lo que haya hecho hasta éste preciso segundo, no me arrepiento de mis buenas obras ni de mis traiciones. Y por tu lado era necesario que encontrases la estabilidad a esas alturas. Tenías otras necesidades y otros planes.

Me acordé de ti cuando miré el techo y quería rememorar algo que me haya hecho sentir contenta por un rato.

Varios años después de que pasó todo, de que ya no tenías un lugar en mis pensamientos recurrentes, nos juntamos, tu ya habías subido de peso, tenías menos pelo, estabas ya casado y traías tu carga a cuestas, yo seguía tan libre como siempre quise ser, y fresca, muy fresca, pero no tan regia y vivida como lo soy hoy. Quizás era más feliz, quizás no, no me acuerdo. Pero me puse muy contenta y todavía me hace sonreír, que después de tanto tiempo y tantas cosas me hayas tomado de la mano en un parque x, también por la noche, y hayamos revivido, un poco clandestinamente, por un instante, los recuerdos de tantos años atrás. Yo sola y libre, tu ya no.

Entremedio de los años siguieron pasando unas que otras cosas entre nosotros, y nunca me voy a olvidar de cómo me decías cuando estábamos solos y ya medios borrachos, y de tus abrazos. Pero estar contigo de tan cerca ya no era lo mismo, ni tan parecido, ni gratificante a cómo era antes. Y ahora sería demasiado diferente, caerías en las lagunas de soledad y celos que me atacan, yo ya cargo cicatrices, pero sigo siendo libre en mi compromiso clandestino.

Quizás en éste preciso momento me gustaría que me abraces, y sentirme perdida en los recuerdos por algún rato a modo de curación. O ir directo al grano sin importar ni una mierda más para sentirme satisfecha. Pero no... no tiene que ser así, no tengo por qué embarrarte con mis amarguras.

Hay algo que sí te agradezco, fue esa llamada tan ridícula que me hiciste la última vez cuando yo estaba metida en el problema y drama más grande de mi vida. Fue allí donde me demostraste que eres gente, y por eso, aunque a veces nos peliemos y nos enojemos un año entero haciéndonos la ley del hielo, todavía te tengo cariño, mucho cariño, y siempre, me acuerdo de las cosas buenas y sonrío sin que los demás entiendan por qué.