Apareciste de la nada, porque en realidad no te estaba esperando. Te conté en dos oraciones que me sentía infelíz, insatisfecha y para variar me ofreciste llenarme el vaso.
Venía de dejarlo, de otra despedida más donde nuevamente me quedo sola de brazos cruzados y un pucho en la boca detrás de la puertas de embarque o los andenes de terminales, corriendo entre la gente para que no pierda el móvil que lo llevará hacia ese lugar donde yo no pertenezco y donde más bien soy una intrusa - usurpadora con casi todas sus letras, quizás la villana descarada más grande de la vida.
Siempre cuando eso pasa siento que se me rompe una parte de corazón, pero ésta ya no sé si algo se pudo haber roto más, porque aquella noche, cuando le dije lo que sentía, muchas, muchas horas sentí que se me había acabado el amor. Quizás sea que todo lo que hago sea un síntoma de que ahora sí se acabó el amor. Se siente tan frío aunque haya calor y es imposible de contar y decir simplemente "es que tengo frío yo ahora a tu lado, por que se me acabó el amor", ¿cómo estar segura de que es en efecto así y no sólo parte de mi arranque de rabia acumulada?
No sé cómo definir ésta ola de locuras y hago hasta lo imposible por ocultar y no ponerme rara, pero es que olvidar que uno engaña, sea por que no te pescan, porque te dan por sentada o porque te bajó la calentura, no es tan fácil. Yo utilizo el modo de defensa en el que pretendo que nada pasó, que todo fue parte de mi imaginación, que yo no he hecho nada, porque tampoco tengo evidencias o actitudes que me delaten, al menos eso creo.
Hoy una ducha tibia se llevará los dedos del artista, una cepillada de dientes se llevará el sabor de sus pocos besos, y yo, simplemente me haré la loca, y seguiré siendo tan sentida y delicada frente a él, aunque tenga el cuero de chancho para muchas cosas. Total, nadie tiene por qué saberlo.
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