Y éste final se siente tan helado, árido y solitario en el alma. Es como despertar de un sueño con muchos matices y escenas difíciles de unir, recordándolas por separado, algunas pesadillas y momentos únicos, que no se van a repetir. Es como sanarse también de una conjuntivitis aguda, como sanarse de un astigmatismo, ayer abrí los ojos y a partir de ese momento, nunca más, pero nunca más voy a mirar de la misma manera. Pesa en el alma, pesa en el pecho, se siente todo tan vacío, desierto, cruel, pero es así y no podría ser de otra forma. A partir de ahora he de aceptar que no te veo con los mismos ojos, con la misma enfermedad, que ahora ya nada va a ser igual de nuevo. Ojalá te perdieses en éste desierto y nunca más pueda encontrarte. Ojalá pudiese borrarte de los recuerdos, como quien se olvida de un sueño o pesadilla cualquiera. Ojalá te mueras, porque vivo no te quiero sobre la faz de ésta tierra.

Eres nadie. NADIE. Ni sabes lo que eso significa. Eso pienso de ti, así te veo, como la nada que eres, poca cosa para mi. Te desprecio. Creo que nunca había despreciado a nadie, así.