No es una novedad que Tomás engaña a Teresa. Que él siente deseos, que él sí tiene vida, que el no vive para ella. "Pobre" Teresa, estaría toda la noche con sus amigas tejiendo un crochet, alabando a su dios; como muejer enamorada no puede evitar hablar de su amado, al que cree un santo, cuando en el fondo de su corazón ella sabe que no. Teresa no es una mujer salvaje, se deja engañar por su intuición, ella percibe lo que quiere percibir y no lo que debería, ella ama, ella cree, ella es inocente.
Tomás en su hambre y sus ganas de vivir algo más me viene a buscar, porque sabe que soy un playground para él, viene me besa, me toca, me ofrece aventuras. Yo no vivo para ni por Tomás, y él lo sabe. De hecho en las demás noches en que el no aparece, busco reemplazante y hasta sueño con alguien que no es él, deseo a alguien que no es él, y odio, añoro, me masturbo pensando en alguien que no es él.
Teresa se quedará siempre con un enorme par de cuernos, empezando porque el deseo de Tomás no es ella, ella adorna la realidad A de Tomás, pero no llena nada. Es lo que es y sirve para lo que sirve. Para dar pena.
Tomás viene, me toma de la cintura, besa mis pechos y me subo a la aventura con él. Llegamos, llevados por el deseo de ver qué pasa al otro lado de la calle, a ver eso que es oculto, pero que todos tienen ganas de experimentar, de llenar fantasías. Observamos un rato, y se apagaron las luces, sentí que Tomás deseaba más y más y más. Follamos frente a una turba de gente que también como nosotros gemían, gritaban, sudaban, deseaban y seguían, una y otra vez, se intercambiaban entre ellos y seguían gritando, sudando, deseando y gimiendo. Tomás me toma por la espalda, yo observo, escucho y sudo. Los gemidos de Tomás, que son mi parte favorita de toda la historia, se perdieron entre los gemidos de todos los demás. Acabamos, ésta vez no quedó entre nuestras cuatro paredes, llegamos y nos fuimos juntos, los dos, solos, con el deseo, quizás a medio llenar, porque no es fácil satisfacer las espectavias mías juntas a las espectativas de Tomás. Para él es más fácil ceder, pero para mi debe existir algo mejor que él, como para dejar las manos y bajarme de las piernas de Tomás, cuando él está al lado mío.
Visitamos el país que alguna vez se destruyó bajo la ira de dios. Tomás no se sacó su cruz ésta vez, y todo me dice que no lo veré en mucho, mucho tiempo más. Porque ésta vez no sólo fue diferente, si no que es temporada de farewells.
Salgo corriendo de tus brazos Tomás a brazos desconocidos, donde no escucharé esos gemidos, y tu lengua no llevará al cielo de esas cosquillas adormecedoras interminables que me hacen SENTIR.
Corro, corro, corro... y no hay lágrimas, porque necesito correr, necesito sentir, necesito ser maltratada por alguien, experimentar esa ansiedad que tu no me dejas, y el sabor amargo del fracaso de las expectativas para aterrizar de una buena vez por todas en tierra de nadie.
Después de aquél día, en que ella salió de mi con colores propios, me dejó un vacío que tu no puedes llenar, ella busca eso, que no hay en ti, porque independientemente de todo lo que pase, todo lo que engañes, Tomás, eres "bien" y no tienes ese "mal" que necesito para sentir la adrenalina de subirme en una montaña rusa que todo lo que hace es marearme y darme ganas de vomitar, de llorar y de salir huyendo.
De tus brazos, ya lo dije, salgo corriendo más no huyo.
Te dejaré tranquila un rato Teresa, creo que ya te he odiado demasiado y tu orgullo no puede estar en peores condiciones que ahora, recuerda que Tomás no sólo hace sino que también desea y piensa muchas cosas que tu simplemente no puedes ofrecerle. Cuando sepas todo, alguna vez, si te llegas a enterar, se te secará el alma y se te podrirá cualquier alegría que hayas experimentado. Porque Tomás, no es tuyo, es mío y de muchas más. Es un pastel de cumpleaños dividido entre muchas niñas, hambrientas y golosas por devorarse esa tajada. Al final, tu cuidas al pastel, lo adornas y lo refrigeras, para que lleguemos todas nosotras, lo devoremos y languetiemos hasta el plato.