Tomás, otra vez, la vez pasada, me acordé del día en que posiblemente te conocí. Cuando me regalaste tu compañía, de esos vasos de vodka, y ese beso loco que nunca significó nada más que una invitación a tu cama para que apaciguemos nuestras respectivas soledades y ganas de descubrir lo que había detrás de éstas sonrisas y comentarios poco inteligentes. Éramos más jóvenes y menos experimentados. Por única vez, fuiste tu el niño de la canasta, venías bajando el río sin saber a dónde llegarías. Por vez primera te materializaste en mi color de pelo y ojos favoritos, tenías la estatura exacta, el peso correcto, el acentro perfecto, el buen humor, la alegría y la amargura necesarias. Y no supe que habías sido tu... sino hasta mucho después de andar.
Ahora es diferente, aveces te veo, otras tenemos sexo con la sombra de Teresa en tu vida, otras ella aún no existe pero es inevitable. Me demoro menos en darme cuenta que eres tú. Con los años, he aprendido a re-conocerte mejor.

Te quiero sin ataduras, con los brazos abiertos para cuando quieras venir, y ¡te quiero libre!

Tu no sufres Tomás, sólo te cuestionas si esta bien hacer lo que haces. Y yo te acepto, soy el refugio en donde puedes ser, sin caer por el peso. Y acepto tus decisiones. Acepto y amo éstas casualidades. I worship every single one.

"¡Desnúdate!" será siempre tu orden, y yo delante tuyo me desnundaré, obedientemente, y te regalaré éste deseo que me quema cada día, con más intensidad. Sin Tomás, no hay fuego, no es pasión, tampoco un deseo propiamente tal, es sólo un experimento. Sin ti Tomás este other side ya no quiere estar detrás de ninguna muralla para escuchar tus gemidos, tus deseos, mis gemidos, mis deseos, mi placer. Sin ti ya no quiere oír ni imaginar nada.
Tomás y tus días de antaño, tu rostro de ángel, tu cuerpo espigado, tu necesidad de ser acariciado y querido, porque estabas solo, como Moisés a la orilla del Nilo.
Tomás y tu partida. Tomás y el abrazo de despedida. Tomás y "Baby can I hold you tonight".
Me quedé sin ti, por un largo tiempo con los brazos vacíos, con experimentos vacíos, extrañándote en mi cama, con los vasos llenos de tragos amargos sin comprender al hambre ni al deseo. Desconcertada total.
Tomás y sus fugaces regresos, nunca avisas cuándo llegas, y en medio de la noche abandonas el lugar dejándome con alguien que no conozco, a veces, enfrentando el amanecer y un "what-the-fuck-is-he-doing-here". Aunque últimamente has sido más considerado y en un acto perfecto te vas, me dejas un beso en la mejilla y es como si si tu espíritu me hubiese pasado a quemar en lo más profundo de mi yo-mujer.