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Friday, November 30, 2007



Todo Sodomita necesita un masoquista
Ana capítulo M I



Ana tiene una relación con Alberto, ella no le toma el peso, pero Alberto sí. Para Ana todo es ligero, pero Alberto toma el peso. Ana viene de la libertad y camina rumbo a ella, Alberto arrastra fracasos consigo mismo, viene de una larga relación y sin darse un respiro siquiera, al contrario, se metió con Ana sin pensarlo mucho y ella con el, también sin darle muchas vueltas. Ana lo aceptó, pero nunca le ha tomado el peso, en realidad lo aceptó a medias, porque no lo acepta por completo, piensa que en cualquier momento lo podría dejar, porque sí o porque no, porque encontró a otro, porque le dio la regalada gana, ni ella sabe bien, pero está segura de poder dejarlo.
Alberto no sabe nada, sólo sabe de dónde viene y tiene miedo de seguir caminando al paso de Ana, de seguirla. Asegura que le gusta estar con ella, que lo pasa bien, que es rico o lindo, pero no sabe muy bien lo que siente y tampoco sabe a qué atenerse.
A decir verdad, Ana tampoco sabe mucho, conoce bien la desechabilidad de las cosas y las personas, sabe que en cualquier momento Alberto le podría jugar chueco, no espera nada más que traición y más traición, por eso no confía ni una pisca y lo ahoga con su desconfianza camuflada de cualquier otra cosa. Ana, aquí y ahora, quiere quedarse con él, pero en el fondo de su corazón tiene la certeza de que en algún momento, o sea mañana, le tendrá que dejar, por su propio bien.
Ana tiene dos personalidades. Alberto una. Ana ha tenido todas las libertades, Alberto siempre ha estado restringido, nunca ha tocado el cielo con las manos, ni tampoco ha creído hacerlo.
Ana lo ama y lo odia. Alberto quiere a Ana. Ana a veces quiere a Alberto, a veces siente cariño por él, otras veces no siente nada.
Hoy Ana y Alberto han discutido, han semi peleado por primera vez, digo semi peleado porque una pelea trae violencia física consigo, Ana no le tocó ni un pelo y Alberto muco menos a Ana. Ana le ha sacado en cara varias cosas, y Alberto sólo pudo agachar la cabeza y decirle que ella no entiende lo que es tener una relación larga, que no entiende lo que es tener hijos, y Ana, le ha respondido que ella por opción no quiere tener hijos, que a él jamás le ha pedido papeles, ni vestidos blancos, ni anillos de compromiso, ni mucho menos hijos, que nunca le ha pedido cosas complicadas, sólo lo básico en un entorno de libertad, donde no los una ni amarre nada.
Para Ana es importante pasar la noche con Alberto, el derepente quisiera irse de juerga con sus amigos menores buenos para tomar y carretear. Ana conoce de carretes, trasnochadas, noches en bandas, sexo express, cañas, alcohol en abundancia, y ya no tiene mucho interés en seguir en esa línea, más bien quiere una vida algo más tranquila y sedentaria. Alberto quiere vivir todo eso que Ana ya vivió porque él no ha tenido tiempo de hacerlo. Cuando la conoció se topó cara a cara con la oportunidad de liberarse de varias amarras, pero cuando Ana lo conoció a él se topó cara a cara con la idea de estar tranquila, y es precisamente eso por lo que ella ha luchado y luchado, hasta hoy que se cansó.
Repito, Ana tiene dos personalidades, Alberto una. Ana es la segunda mujer, y sabe que es así. Acostumbrada a ser siempre primera opción, en su trabajo y en su vida, se topa con la palabra "segunda" y a veces "tercera" en su relación con Alberto.
Hoy Alberto cansado del enojo de Ana le dijo que quería tomarse un tiempo en la relación, no terminarla, si no que simplemente hacerle un rayado de cancha a Ana, y ésta inmediatamente dijo que no, que las cosas son o no son, son blancas o negras, no plomas y que él debía elegir si se quedaba o se iba, que si seguían bien, que si no seguían su panorama era no verse más, no hablarse más, no saludarse más.
"Te quitaré hasta el saludo" le gritó Ana desde el balcón mientras Alberto juntaba un par de pilchas en el walking closet, cuando salió al líving, Ana le dijo "mira lo que hago con tu número telefónico" y lo borró delante de los ojos de Alberto, éste casi sin voz le dijo "para ti es así de simple", y así es para Ana. Pero no olvidemos que dentro de Ana también vive Anita. Ana le dijo "ya poh, en éstos cinco minutos que te quedan dime todo lo que tengas que decirme porque después de éstos minutos no tendrás otra oportunidad de hablarme más en la vida" y Alberto le responde que "cinco minutos no bastan, no me das otra opción", refiriendose a la opción ploma, que es lo que él quiere, pero que para Ana no existe.
Entonces, sale Anita, despierta con el odio de Ana y se comienza a desesperar dentro de ella.
Ana miró a Alberto mientras se fumaban un cigarrillo, lo miró con cara de odio y le dijo "tu sabes que entre el amor y el odio hay sólo un paso", y Alberto dijo "eso quiere decir que me odias", Ana le responde "Sí te odio! y debes saber que a mi es mejor tenerme de amiga que de enemiga, porque de enemiga y odiándote tengo también la opción de hacer tu vida algo insoportable, pero en éste momento me da flojera gastar energías en esa misión", entonces Alberto le respondió: "Si me haces la vida imposible, es que nunca realmente me amaste", a lo que ana agregó: "yo te odio ahora, y eso ya lo sabes".
Anita despierta con tanto ir y venir, se acerca a Alberto en la cocina y no puede evitar abrazarlo, él también la abraza a ella, quiere seguir aferrado a que va a tener su opción ploma, pero todavía Ana sigue siendo más fuerte y le insiste en que debe tomar la opción A o B, que no hay más, pero dentro de sí Anita sabe que hay opciones de todos los colores entre el negro y el blanco. Entonces Alberto toma su maleta pues se tiene que ir, y Ana le dice, que ésta será la última vez que se ven, que se hablan, que se miran, y que a partir de éste momento ella le quitará hasta el saludo, dejando todo ésto claro Ana siente que es lo que debe hacer y en un movimiento brusco y absurdo da paso para que Anita salga de su burbuja y se largue a llorar. Alberto se despide y le dice que no le ha dado más opciones, Ana convencida de que nunca más lo verá lo mira, por última vez según ella. Alberto se despide de Ana, a la que no conoce bien y no entiende ni entenderá nunca, porque no está al tanto de la existencia de dos mujeres dentro de la que ve casi todos los días.
Ana le deja ir y a lo que cierra la puerta Anita se pone a llorar como magdalena, noquea no sé con qué fuerzas a Ana y mientras Alberto sale del estacionamiento Anita toma las llaves y baja del décimo piso lo más rápido que puede, Alberto va saliendo del estacionamiento a la calle, a la esquina donde el semáforo todavía está en rojo, y Anita desesperada y fuera de sí, con Ana totalmente noqueada corre y corre hacia Alberto, a decirle que no se vaya de su vida, que se quede, y el semáforo cambia a verde y Alberto se acerca más y más a la esquina para virar a la derecha. Anita se quiere morir allí mismo porque está convencida de que Alberto se irá para siempre, todo por Ana, y como una niña pequeña que es abandonada por el padre corre y corre sin importarle que detrás de ella vienen varios autos, que lo tocan la bocina, que está haciendo algo irracional, en tanto, el semáforo cambia a rojo y Alberto se queda en la esquina, no alcanza a virar y Anita le toca con las uñas largas el vidrio, Alberto la mira con desconcierto y Anita se sube al auto para pedirle que se quede, y el le dice inmediatamente que sí, que no tiene por qué irse, que sólo necesita tiempo para si sin estar tanto y todos los días con ella. Anita aceptaría cualquier oferta con tal de no dejarle ir. Viene destrozada, no olvidemos, que Ana es fumadora, y a éstas alturas hasta el rendimiento respiratorio de Anita se ve damnificado en los cambios de personalidad. Anita quisiera decirle que ella no está sola en ésto, que también está Ana.
Ana le dijo al menos cinco veces hoy a Alberto que debió haberlo dejado hace mucho tiempo, que el sabe bien cuándo y cuántas veces, Alberto no respondió, por lo que se presume que el no está al tanto de ninguna cosa.
Ana ya lo dejó, Ana ya no tiene nada más con Alberto, y mientras Ana viva será así, Ana no perdona.
Alberto le hace cariño a Anita creyendo que es Ana y le repite que a el le gusta estar con ella, pero que necesita de su tiempo y de su espacio, ese que nunca ha tenido. Anita le dice que sí entiende; Anita es tan tonta, tan débil, tan chica, que cree entender cualquier cosa. En cambio Ana es tan grande, es tan fría, que entiende siempre sólo de sus dos opciones.
Anita salió de la casa sólo con las llaves, y Alberto le pasa dinero para que se vuelva en un taxi, se despiden, y Anita llega a la esquina, lo ve en el taxi y se sube, le dice que por lógica mejor lo acompaña donde él va y luego ella vuelve con el transporte público, Anita anda en polera y pronto se va a empezar a morir de frío porque va cayendo la noche y viene bajando de algún lado el viento.
Alberto le dice que ella siempre hace cosas que lo dejan perplejo, como ésta, primero mandarlo a la punta del cerro sin anestecia y luego correr a pedirle que se quede. No entiende nada, porque no sabe que Ana es Anita y vice versa.
Llegan al destino final, Anita y Alberto se despiden, Alberto cree despedirse de Ana, cree que es Ana quien le ha dado otra oportunidad, esa que el quería. Anita toma un taxi y se devuelve a casa, Anita cree irse "conforme", porque evidentemente ella es felíz con cualquier porquería que le de Alberto. Y entre temblor y temblor regresa Ana absolutamente emputecida con Anita, Ana ya terminó su relación con Alberto y sólo quiere estrangular a Anita. Ésta noche Anita no se salva, pero Ana y Anita no pueden vivir separadas, una sabe de la otra, y una sufre por la otra, siempre, en ésa secuencia.
Si ahora Ana y Anita no están de acuerdo con respecto a Alberto, y Ana odia a Alberto y Anita tomó el color plomo y todavía le quiere ¿cómo va a sobrevivir una dentro de la otra?
Ana cortó todo con Alberto, Anita no, al contrario.
Cuando Alberto vuelva y se tope con Ana, lo más probable es que le toque vivir con la indiferencia de ésta, pero Anita seguirá a su lado, cuando logre noquear o neutralizar a Ana.
Ana mañana agarrará sus pilchas y se irá, abandonará la casa de Alberto, porque ya lo arrancó de su vida, pero Anita se queda con las llaves.
Ahora si que la historia de los tres se terminó. Con Ana en desacuerdo, enojada y libre de nuevo, el panorama cambia radicalmente, y ésto es sólo el capítulo final del fin entre Ana, Anita y Alberto.

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