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Thursday, November 22, 2007

Ana, a one night stand story


Ana, si te escapaste por un pelo de tu frustrado suicidio y tus planes para pasar a mejor vida, no te escaparás nunca de las lágrimas de cualquier tipo, menos de las de alegría. Te penará la tristeza y la desconfianza siempre, y por eso te arrojarás a aventuras desventuradas como la que te voy a recordar:
Ana llegaste ya pasada de copas a tu casa, y de la pura curiosidad mezclada con rabia y un sin fin de pensamientos abstractos, desconfianzas, abandonos, descuidos, y otros sours reconfirmaste tus planes de comerte a quien no te habías comido hace tiempo. No sé bien qué pasó por tu cabeza, pero saliste a paso rápido y largo con ropa de recambio en una cartera grande, te fuiste sin despedir y dejaste todo desordenado en tu habitación. Te importó un bledo la hora, sólo querías lograr tu objetivo. ¿Cuál era tu objetivo? Ni tu misma te acuerdas o alguna vez lo supiste.
Ana, te subiste al auto y hablaste banalidades, superficialidades, fumaste tus cigarrillos largos y aceptaste los cumplidos de éste viejo amigo tuyo, que se veía tan interesante, y te preguntaste por qué no eras capáz de conseguir a alguien como él como compañero de vida y aventuras, la respuesta es simple, la química no da para tanto, y sólo te gustan sus cualidades, pero no su escencia, por lo tanto jamás nunca te iba a despertar algún tipo de interés adicional. Ésta vez lo utilizabas, para sacarte cien balazos del cuerpo, para hacer en tu abandono un acto de rebeldía y de confirmación de tu emancipación en cada cosa que haces.
Se podría decir Ana, que te lo comiste con papitas fritas, a veces no pudiste evitar pensar en alguien más, pero luchaste para lograr el disfrute, y llegó, pero así como llegó, rápidamente se fue. Partiste a ducharte, para domir más relajada, ya era demasiado tarde para que vuelvas a tu casa, además nadie te vería salir ni escucharía tu voz, te pusiste un pijamas, te acordaste de un par de cosas que te hacen reír, pero a lo que te diste vuelta, lo más lejos posible de tu compañero y ya no pudiste evitar las lágrimas.
Ana, ese vacío siempre te perseguirá. Mientras no extirpes de tu alma a su propia alma, no lograrás sentir la nada misma, mientras el alma de tu alma siga vivo de alguna manera, siempre rodarán por tus mejillas lágrimas amargas de dolor, de dolor por algún tipo de traición, correcta o incorrecta, paranóica o fundamentada. Hagas lo que hagas, llorar es tu destino.
Ana, lloras porque sí y lloras porque no. Lloras porque duermes sola, lloras porque duermes acompañada, lloras porque duermes con él, lloras porque duermes sin él, lloras porque duermes con uno y con otro, lloras porque no duermes con nadie.

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