Tomás, mi bienamado Tomás. Desde lo más profundo de mi inseguridad pienso en ti y en la seguridad que me brindabas cada vez que llegabas con todo lo que nosotros ya sabemos, conocemos y disfrutamos tan bien. Mi cable a tierra, el sabor del quiebre de la rutina, ese espacio que esperar, que buscar y que encontrar.
A veces quisiera huir en medio de la noche y arrancarme de sus brazos para correr hacia ti y tener sin tener todo eso que tu me das y que no me das, para pedirte que por favor me tomes, como quien utiliza una servilleta, teniendo claro, exactamente a dónde voy a ir a parar, sin sorpresas, sin sobresaltos, sin temores. Desde lo más profundo de mi angustia te necesito Tomás, necesito salir a buscarte para volver a flotar y respirar tal y como necesito hacerlo.
Quiero encontrarte, por casualidad o planificación, pero necesito que habites nuevamente mi cuerpo sin que estemos juntos propiamente tal, necesito que me desnudes sin ver más allá de mi piel y que te canses, para que luego pase lo que siempre tiene que pasar, nos ponemos la ropa y cada uno se marcha por su lado, sin caricias, sin besos, sin abrazos, sin miradas, sin fechas. ¿Dónde estás Tomás? Deja que te encuentre para salvarme y caminar nuevamente con la satisfacción de que en cualquier esquina podrías aparecer nuevamente, en otro cuerpo, con otros ojos, con otra voz. Ven Tomás y hábitame un instante desechable y vuelve cuantas veces sea necesario para lograr mi calma, mi seguridad y mi timón en éste barco que se agrieta y se hunde en éste mar de alegrías y tristezas. Mi vida contigo y sin ti jamás tuvo de dulce y de agráz, todo siempre fue igual y seguro, sin esperanzas, por ende sin desiluciones, sin risas, ni miradas de complicidad, por tanto sin lágrimas ni miradas de odio y rabia, contigo siempre todo estuvo tan acá, a nivel del mar, como debe ser, cuándo debió ser.
¿Cuándo vas a volver Tomás? Para que te abraze sin quererte, te bese sin amarte y podamos fornicar sólo por deporte. Ven Tomás, para que tenga la seguridad de que te vas a marchar y que en algún momento x regresarás.
Quiero encontrarme con tus ojos Tomás, y saber que si esquivo la mirada, tarde o temprano me volverás a mirar y en algún momento de la tarde coincidiremos e iremos juntos a una cama, sin importar cuál, no habrá información innecesaria ni tiempo demás. Quiero salir de allí con la satisfacción de que obtuvimos ambos, exactamente lo que andábamos buscando: un revolcón sin compromisos.
Dame una pista Tomás, para llegar a ese lugar y fundirme con lo banal de ese encuentro y con lo superfluo de esos besos.
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