La rana y el escorpión

Un día, un escorpión dio una mirada a la montaña en la que estaba viviendo y decidió que necesitaba un cambio, así que se puso a caminar a través de los bosques y los cerros, subió rocas, pasó bajo los árboles y arbustos, y así siguió su camino hasta que llegó a un río.

El río resultó ser ancho, turbio y su corriente muy rápida, entonces el escorpión paró a fin de reconsiderar la situación. No vio camino alguno que él pudiese tomar. Así se fue río arriba y luego río abajo pensando todo el tiempo en que tendría que devolverse.

De repente vio a una rana que estaba sentada entre los juncos al otro lado de la orilla del río, entonces decidió preguntarle si lo podría ayudar a cruzar el río.

“Hola Sra. Rana!”, le gritó el escorpión a la rana, “Sería usted tan amable de darme un aventón en su espalda para que yo pueda cruzar el río?”

A lo que la rana respondió con desconfianza: “mmmh mira… Sr. Escorpión… cómo se yo que en mi intento por ayudarte tu no vas a tratar de asesinarme?”

El escorpión le dijo: “Muy simple, porque si yo intentase hacer eso yo también moriría ya que yo no puedo nadar!”

Esto parecía tener un sentido para la rana, pero de todas maneras le preguntó “y qué va a pasar cuando llegue al otro lado del río donde estás tu? Aún podrías intentar asesinarme”

“Es cierto” respondió el escorpión, “pero si yo hago eso entonces no voy a poder cruzar al otro lado del río”

“Está bien”, le dijo la rana, “entonces cómo se yo que no esperarás hasta que lleguemos al otro lado del río para que allí sí me asesines?”

“Ahh” le dijo el escorpión, “porque como verás, una vez que me lleves al otro lado del río yo voy a estar tan agradecido por tu ayuda, que no sería justo que yo te page ese favor con la muerte, no crees?”

Entonces la rana aceptó ayudar al escorpión para cruzar el río. Nadó hacia el otro lado, se puso cerca de él para que éste subiera a su lomo y se acomodase sobre ella. El escorpión entonces se acomodó y la rana se metió con su pasajero al río. El agua bastante turbia se arremolinaba alrededor de ellos y la rana nadó con fuerza hacia la mitad del río contra la corriente.

Una vez en medio del río, la rana de repente sintió un afilado aguijón en su espalda y pudo ver de reojo cómo el escorpión sacaba el aguijón de su lomo, empezó a sentir el mortal veneno correr por su cuerpo y mientras se ahogaba le dice al escorpión:

“Imbécil!” le dijo la rana al escorpión, “ahora vamos a morir los dos! Por qué diablos se hiciste eso?”

El escorpión solamente se encogió de hombros y pegó un salto en la espalda de la rana que se hundía y le dijo:

“Lo siento mucho, pero no pude evitarlo… es mi naturaleza”.

Entonces ambos se hundieron en la turbia agua del agitado río.