He salido de mi, para encontrarme absolutamente sola frente al espejo, dispuesta a asesinarte a ti, mi propia sangre, aprovechándome de tu dolor y tus faltas de ganas. Ya no puedo más con tus confusiones y el gigantesco problema que nos has traído sin haberme consultado. Yo te di permiso sólo un par de veces para salir y mostrarte un poco, pero luego, por desesperación o no sé qué te arrancaste con los tarros y un día desperté anestesiada en una sala de recuperación, y luego desperté muerta de hambre una mañana, en cama con ropa y sin bañar, absolutamente traicionada por ti, sucia, chascona, abusada y mucho más. Me cambiaste las tallas, los gustos, las ganas de vivir y de no vivir, pensaste mil locuras que imaginaste ejecutar sin siquiera mencionármelo. Fue como si un día me hubieses encontrado de espaldas, aprovechaste mi descuido para pegarme con un fierro en la cabeza, me dejaste absolutamente inconciente, por un tiempo demasiado largo y saliste corriendo con mi cuerpo y mis logros a dejar un desastre para nosotras mismas, para mi, que tanto he hecho por ti.

Un día despierto y me doy cuenta de la masacre que nos has hecho y simplemente no te puedo perdonar, es demasiado, y quisiera tomarte de las mechas y arrastrarte hasta la tina para bañarte con agua fría y darte tantas cachetadas a ver si así despiertas y pides perdón. Te voy a cortar las cuerdas vocales y las manos, para que sufras en silencio sin poder expresarte, otra vez escondida del mundo, para que nunca más salgas.

Ahora estás perdida, porque yo voy a tomar el lugar que a mi me corresponde, y las cosas se harán a mi modo, como yo diga. Ya ni siquiera te veré en el espejo por que te voy a esconder tan lejos, que quedarás fea y loca sin que nadie se de cuenta, de que tu ya no estás.