Frigidez emocional
(O embotamiento afectivo)

Siempre hace frío, siempre está baja la temperatura. Todo lo que toco se convierte en hielo y si me exponen por un largo rato al sol, inevitablemente me derretiré. Debajo de toda esta masa polar se me es complicado intentar recordar cuándo fue la última vez que estiré los brazos, mis brazos, para abrazar porque así lo sentía. Tampoco sé en qué minuto dejé de tocar a los demás, de sentir pieles, texturas, ropas, cabellos, barbas. Y mucho menos me acuerdo del minuto en que empezé a odiar que se me acercaran, que invadieran mi psychologischer Raum , ni en qué minuto fue que agregué esa palabra a mi vocabulario, a la lista de mis prioridades, MEIN PSYCHOLOGISCHER RAUM, mi espacio psicológico, mio, de mi para mi. No sé si creer en que al interior de toda esta gruesa masa de hielo existirá aún alguna molécula viva que pueda generar calor alguna vez, que pueda abrazar, besar y sostenerse así en el tiempo sin aburrirse.
El alma, de acuerdo con muchas tradiciones religiosas y filósoficas, es una sustancia etérea particular que se encuentra en los seres vivos, si yo soy un ser vivo, partiendo de estas dos premisas entonces yo también tengo un alma. El frío puede llegar a ser algo muy duro para la psique interior, o para el alma, ya que según varios autores arquetípicos, el alma no responde al frío. Una actitud helada entonces apagaría el fuego creador que todos llevamos dentro. Si una cosa está en movimiento no puede congelarse ¿o sí? Si yo me muevo no me congelo, pero yo sí me muevo y sí me congelo, y pese a mi estado sólido (de congelamiento) el fuego creador no se extingue, quizás no es fuego, sino que otro tipo de energía que me mantiene pensando pese a las bajas temperaturas a las que estoy expuesta desde hace muchos años.
Creo pese a estar inmersa en el hielo. Pinto, follo, escribo, odio, me enojo y me amo pese a todo este embotamiento afectivo. Y no voy a decir I'm sorry.