Se cayó Internet y más encima vivo momentos de ocio que quisiera no se vuelvan a repetir al menos en un largo periodo de tiempo. Quizás pronto abandone a la madre de todos los vicios, la Señora Ocio. Estas podrían ser las últimas líneas que se gesten desde su útero. Veo como la luz del módem parpadea indicándome que no hay forma de conectarme y seguir alimentándola con este medio por el día de hoy. Quizás por su causa no pueda ni siquiera salir a vivir la otra cara del ocio, también llamada tiempo libre.
Por un periodo de tiempo me he dedicado a holgazanear y a pensar, actividad a la que preferiría no dedicarle más tiempo a fin de seguir adelante con otros planes y satisfacer otras aspiraciones. Esto puede ser una despedida como tal vez no. Ya pensé demasiado, ahora puedo existir.
En los infinitos momentos de ocio me he dedicado a bañarme de eso que alimenta a la mayoría de los comunes y silvestres en este país, en la sociedad en la que vivimos y en un país en vías de desarrollo. Me he topado con el arribismo, el vacío de la sociedad y las malas concepciones que tienen a casi todo el mundo convencido de que ciertos parámetros son los indicados. Eso son los medios de comunicación que azotan y hacen más vano nuestro pasar por la tierra. He observado a los grupos, la publicidad, los programas de televisión, le he puesto atención a la letra de las canciones que colapsan las radios, a los temas de las películas que obtienen mayor popularidad en las carteleras de cine, a los peatones en la calle, etc. A todo lo masivo. Y todo apunta a hacernos sentir que estamos solos y debemos llenar el vacío que esto causa. O sea, que sufrimos, y que el sufrimiento muchas veces se puede apaciguar con dinero, por ejemplo: pagando una suscripción Premium a algún buscador de parejas que casi promete solucionar el problema de la soledad desde su raíz. He visto como los medios nos engatusan 24/7 y nosotros no nos detenemos a procesar esta información que nos colapsa. Los medios, y esto que a veces se denomina “post-modernidad”, nos ha hecho creer que somos víctimas de cualquier cosa, y de que sufrimos, sufrimos porque sí no más. Hemos perdido la esencia de lo que realmente somos, personas, primero que nada, y libres, ambas palabras tomadas de la mano e inseparables. Nos hemos dejado esclavizar por los sutiles mensajes que nos bombardean desde todos lados. De todas las cosas penosas que he podido observar por este breve paso por la sociedad lo primero es que estamos inmersos en una cultura que nos muestra que el único tipo de amor posible es aquel que es sufrido, que esclaviza e intoxica, ese amor que vemos en las películas, que escuchamos en las canciones, donde SUFRIR es visto como algo positivo y correcto, en vez de lo que realmente es, un sentimiento patético que ataca directamente a nuestra persona libre.
Por favor, utilicemos la maravillosa capacidad de critica y conciencia que poseemos y que aparentemente nos diferencia de las demás especies del reino animal, aunque últimamente estoy convenciéndome más de que los demás animales son más libres e inteligentes que nosotros que tanto nos jactamos de los adelantos que llevamos en diferentes campos de la tecnología, nunca he visto a una jauría de perros que se deje convencer por algún comercial de televisión ni que crea que sufrir es la manera de vivir, sí he visto a una jauría de perros persiguiendo a una perra en celo a fin de preservar su ADN, sortear y mezclar sus genes, al menos se dejan llevar por sus instintos animales y no reniegan de esto, esos mismos que nosotros hemos olvidado, nuestro ser salvaje.
A diario nos postergamos con concepciones erradas de lo que es ser libre y andamos dando vueltas pretendiendo complacer más a un grupo o a otro individuo que a nosotros mismos.
La sociedad nos enseña a que la manera de encontrar el equilibrio y la felicidad está en encontrar una pareja, y que desde allí todo se solucionará, partiendo desde los primeros capítulos del libro de Génesis, cuántas veces he visto a mujeres u hombres desesperados por conseguir quedarse con alguien “hasta que la muerte los separe”, unas para huir de sus casas, de sus realidades, otros por tener alguien a quien dominar, controlar situaciones, engañar, sentir que son alguien. Y la sociedad les hace creer que en a partir del momento de dar el “sí” se transforman automáticamente en personas que “sentaron cabezas”.
Brindo por todos aquellos que hacen las cosas “a su manera” sin seguir ridículos parámetros de cómo vivir, cómo ser mujer/hombre y sobrevivir en el intento, porque NO EXISTEN los parámetros, nadie puede responder qué es ser mujer, qué es ser hombre, fuera los prejuicios, ¿por qué un “hombre” no puede llorar? o ¿por qué una mujer no puede tener hijos sola, sin necesidad de tener a un hombre al lado?. Hacer las cosas “a mi manera” significa sumergirnos en miles de años de evolución y llegar a nuestra raíz más profunda, el ser salvaje, esa esencia animal de la que renegamos, pero que nos lleva a gozar de la libertad de elegir por ejemplo sólo sexo en vez de una esclavizante relación que conduce a “sufrir” (sufrir cualquier cosa, pero sufrir) y quedar bien con lo que dictan los ya ridículos y añejos parámetros.
Seamos libres, intuitivos y amémonos a nosotros mismos primero. Amémonos y no nos victimásemos más, quisiera dejar de escuchar frasecitas como “Pero… si yo le entregué todo, y sin compasiones… ¡¡me usó!!” (típico de televisión, o programa radial a lo más 31 minutos “cuéntanos tu drama”). Stop! Si dejásemos que la percepción, una cualidad animal tan básica primara en nuestras acciones, y nos detuviésemos a pensar sólo 5 segundos antes del capítulo al que daremos inicio en algún minuto de nuestras vidas, nos daríamos cuenta que no somos ni seremos víctimas, somos seres autónomos que elegimos hacer y ser algo, aquí nadie es títere de nadie. Y por la cresta! Sufrir no es el camino a la felicidad y si se elige sufrir, entendamos que NADIE se va a apiadar de nosotros para sacarnos de ese hoyo.
Volvió Internet! Yo elijo conectarme y seguir el juego.
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