Me reencontraré nuevamente con el inmenso vacío de no tener dónde buscarte, de patear piedras y sólo encontrar gusanos y humedad.
Quedarán éstos espacios vacíos, sin mi, sin mis reproches, mis rabias, mis nervios, mis indecisiones, mis stress, mis pataletas, el humo de mis cigarros, mi desidia, el vapor que sale de la ducha, pero sobretodo, no voy a estar yo, y al no estar me perderé de todo cuánto me da tanta paz y tanta intranquilidad al mismo tiempo.
Me voy a perder nuevamente, desapareceré entre matorrales, y llegaré a algún lado cada día con la cara larga, con el deseo entrecortado, la desesperación, la rabia, la amargura, la insatisfacción que me penan siempre que dejo mi lugar.
Vagaré por calles finitas, sin idea alguna en la cabeza, y una incómoda gota de lluvia recorrerá mi espalda para hacerme hervir en rabia.
Sin posibilidades de sentir posaré mi vista en la luna reflejándose en el agua negra, y unas cuantas estrellas avisan, por su posición, que estoy lejos de mi hogar.
Quedarán éstos irrellenables espacios vacíos por todo mi cuerpo, no sonorá más el ruidito de los mensajes y esas citas inciertas y predeciblemente impredecibles dejarán de llevarse a cabo, correrá el mes, y nada, absolutamente nada saciará el hambre que el esperarte ha iniciado hoy.
Te dejo Tomás, indefinidamente, no te abandono, pero te aviso que me voy. No me voy a morir sin ti, pero sí me voy a morir de aburrimiento, de deseo y hasta de insatisfacción.
Me voy para seguir dando vueltas y agotarme hasta que sangre de dolor por no tener un lugar amable en donde poner mi cabeza y dormir sin que me importe que va a ser de mañana y de que el enemigo no termine por exterminarme.
Quedarán éstos espacios vacíos, sin mi, sin mis reproches, mis rabias, mis nervios, mis indecisiones, mis stress, mis pataletas, el humo de mis cigarros, mi desidia, el vapor que sale de la ducha, pero sobretodo, no voy a estar yo, y al no estar me perderé de todo cuánto me da tanta paz y tanta intranquilidad al mismo tiempo.
Me voy a perder nuevamente, desapareceré entre matorrales, y llegaré a algún lado cada día con la cara larga, con el deseo entrecortado, la desesperación, la rabia, la amargura, la insatisfacción que me penan siempre que dejo mi lugar.
Vagaré por calles finitas, sin idea alguna en la cabeza, y una incómoda gota de lluvia recorrerá mi espalda para hacerme hervir en rabia.
Sin posibilidades de sentir posaré mi vista en la luna reflejándose en el agua negra, y unas cuantas estrellas avisan, por su posición, que estoy lejos de mi hogar.
Quedarán éstos irrellenables espacios vacíos por todo mi cuerpo, no sonorá más el ruidito de los mensajes y esas citas inciertas y predeciblemente impredecibles dejarán de llevarse a cabo, correrá el mes, y nada, absolutamente nada saciará el hambre que el esperarte ha iniciado hoy.
Te dejo Tomás, indefinidamente, no te abandono, pero te aviso que me voy. No me voy a morir sin ti, pero sí me voy a morir de aburrimiento, de deseo y hasta de insatisfacción.
Me voy para seguir dando vueltas y agotarme hasta que sangre de dolor por no tener un lugar amable en donde poner mi cabeza y dormir sin que me importe que va a ser de mañana y de que el enemigo no termine por exterminarme.
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