"Estaban acostados, más tarde, desnudos y fatigados, los dos juntos en la cama. Era ya de noche. El (Tomás) le preguntó dónde se alojaba, para llevarla (a Teresa) en coche. Le respondió tímidamente que todavía no había buscado hotel y que la maleta la tenía en la consigna de la estación. "
La insoportable levedad del Ser - Milan Kundera
Teresa y Tomás.
Faltan Sabina y Franz, Sabina ya existía para cuando eso sucedió y Franz estaba en Suiza haciendo clases en la universidad, investigando, exponiendo, siendo infeliz y estando engañado por Marie Claude.
Teresa, pobre mascota que busca cariño, que busca salir de esa pobre vida que el comunismo le ha entregado, Tomás, somos tan parecidos, pero yo también tengo algo de Teresa y mucho de Sabina.
A veces te odio tanto Teresa, por qué llegaste a ser el peso en la vida de Tomás? Por qué tan manipuladora? y Tomás: Por qué la dejaste entrar? si no hubiese sucedido quizás no existiría el libro. Por qué traicionas tus principios y te engañas a ti mismo con que podrás ser fiel? Por qué intentas algo que es incomenzable?. La infedelidad fluye por tus venas, y nada regocija más que esas "amistades eróticas" que tu tienes, esa idea que ya hace varios años sembraste en mi cabeza. Siempre que recorro las páginas de La insoportable levedad del ser, odio a Teresa, la siento yo misma como un peso, sólo cuando folló con ese hombre que conoció en la cafetería sentí que podíamos ser amigas, pero te odio básicamente por ilusa, por ser simplemente PESO en la vida de Tomás, y recordarme que las que son como tu abundan.
"(Tomás) Quería tener la seguridad de que la amistad erótica nunca llegaría a convertirse en la agresividad del amor, y por eso mantenía largas pausas entre los encuentros con cada una de sus amantes. Estaba convencido de que éste era un método perfecto y lo propagaba entre sus amigos: «Hay que mantener la regla del número tres. Es posible ver a una mujer varias veces seguidas, pero en tal caso no más de tres veces. También es posible mantener una relación durante años, pero con la condición de que entre cada encuentro pasen al menos tres semanas»."
Es tan cierto Tomás, si ves mucho alguien te satura, habemos personas que nos aburrimos antes de las otras, sobretodo cuando comienzan a cruzar los límites, si nos gustan nos asustan, si no nos gustan no hay por qué verlos más; si nos gustan y nos asustan podríamos dejarlas entrar un poco más allá de la línea, ese trazo imaginario entre el "no me importas" y el "I think I like you". Ciertamente la época y el contexto en que estás inspirado, Tomás, son muy diferentes a lo que vivimos. Quizás hoy tener amistades eróticas y el deseo de no saturarse con otra persona se hace más frecuente cada día en esta sociedad, mientras en otras ya lleva instaurado un buen tiempo. Cuando leí el libro que te da vida, tenía menos de todas las mañas que ahora en mi habitan. Mi inconsciente me decía que tenías razón en tu pensar de personaje ficticio, pero no sabía bien a qué te referías con saturarse de otra persona. A los 16 sólo quieres descubrir quién es el otro, mejor dicho a otro, porque allí aún no hay "un otro". Hoy puedo decirte que comprobé que muchas de tus líneas y pensamientos son ciertos. En mi escencia llevo el fácil agotamiento del otro, y ese miedo innato a que alguien se atreva a cruzar la línea, por eso tengo guardias y campos minados por todo el sector que me proteje, un servicio de inteligencia que funciona eficazmente, y vivo en un terreno protegido, donde nadie más que yo misma puedo causarme daño. Para qué errar si ya aprendiste una vez el tema? Para qué dejar entrar al área protegida si ya sabes que queda sólo desorden y conoces el desenlace? Para qué dar, si lo más probable es que no recibas nada a cambio? Para qué Tomás? Si después Kundera igual te mató junto con Teresa, jamás hubiese esperado una muerte más patética para ti, quizás follando, un ataque al corazón, o que el comunismo te hubiese matado por publicar algo polémico. Pero morir con ella. Qué traición a tu honra! Dónde se reivindica tu libertad con esa muerte?
Somos tan parecidos Tomás, a mi también me gusta quedarme sola después del acto, no me atrae para nada la idea del desayuno para dos, por qué Tomás no eres real? Serías el amante perfecto tal y como eres, incluso con Teresa al lado, sería adicta a ti, y estando contigo, a espaldas de Teresa, saciaría mi rechazo por ella, jamás sería su amiga, como lo hizo Sabina, a ella la estimo, también tenemos tantas cosas en común.
Cuántas veces te he buscado Tomás, y de cierta manera te he encontrado. Te busco de preferencia con Teresa a tu lado. Alguna vez te conocí solo, y no me contaste qué era lo que realmente ocultabas, me dejaste descubrirlo sola, me tomó muchos años llegar a la conclusión de que allí yo te había encontrado. Te habías disfrazado con la mejor sonrisa, con las mejores palabras y hasta lloraste un par de veces, y no supe que estaba frente a ti, hasta que un día te vi en tu ambiente natural, y empezé a notar el color de tu voz, y luego, años después, te vi, tal y como eras, en todo tu esplendor. Te vi y no lo podía creer, allí estabas y yo te odiaba. Te o - dia - ba porque no me habías dicho que eras Tomás, no me contaste la verdad, te habías camuflado, y me respondiste algo muy estúpido, y más te o - dié. Tanto, que esa vez nació una nueva pasión por ti, una que sí me llegaba hasta los huesos, y seguimos la regla de tres, y te segui o - diando, cada gemido era un arranque de odio, un odio disfrazado, encubierto y quizás irrepetible. Un odio apasionado, encendido, rojo como un carmenere y caliente como el fuego del infierno. Cuando perdiste el rumbo, Tomás, fue mejor no saturarme más contigo, ya no podía verme reflejada en ti y nada fue lo mismo, cuando tu Teresa le puso el peso a tu existencia perdiste hasta el brillo de tus ojos, tu habilidad para mentir, lo gracioso de tus bromas y hasta follar contigo ya carecía de sentido alguno. Te desustanciaste, el Tomás que en ti habitaba, se había marchado y es mejor que no nos veamos más.
Tomás, te seguiré buscando.