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Wednesday, January 16, 2008


Ana y el tedio



Ana no ha fumado un solo cigarrillo hoy, lee los diarios y aprecia a lo lejos cómo se han derrumbado las bolsas en Latinoamérica, ve cómo se levantan las ventanitas del messenger, con los rostros de hombres que se ha follado en más de alguna ocasión, sonrié cuando piensa en ellos y cómo follaron alguna vez, y también se contenta en saber que se puede tener relaciones con hombres sin tener que sufrir, ni gastar minutos del teléfono, ni escribir cartas de amor; pero no les saluda, ni ellos a ella, en realidad Ana aparece como no conectada. Recuerda cuando era sola, y cómo se ponía nerviosa cuando ya pasaban más de dos semanas sin tirarse a alguien, al final optó por follarse sólo a los que ya conocía y no apostar por rostros nuevos. Ana y su soledad, su independencia y su futuro incierto.
Ana sabe bien que hoy llegará Alberto, no se han visto en una semana, él viene de París, Ana sabe que Alberto no le traerá ningún regalo, hablaron día por medio, y sólo lo llamó por compromiso y por lo mismo le contestó sus llamadas y mensajes, en realidad Ana no quería saber de él, no quería hablar de él, pero sólo lo hizo para mantener su amistad con Anita, que está perdida, durmiendo, semi inconciente en algún lugar, cansada, ciertamente. Ana ama a Anita, aunque se enoje con ella, y la deteste, a ratos, es el alma del poco corazón que a Ana le queda. Ana y la soledad se llevan bien, cuando Anita no está.
Alberto en sus reuniones de trabajo, demasiado ocupado como para pensar que quizás a Ana le gustaría tener algo de éste viaje, pero tiene tan poco sentido común el hombre, que para él es de lo más normal que hay llegar con las manos vacías. No piensa que Ana quizás le gustaría tener un bolso nuevo, o un pañuelo. Alberto no sabe que Ana adora la forma en que las francesas usan con tanta gracia y en cualquier ocasión un pañuelo en el cuello. Ana tiene el cuello largo y ella ama eso de ella misma, sabe que un pañuelo del color adecuado le acentaría muy bien, y le agradaría vérselo puesto frente al espejo.
Ana se acuerda cuando con entusiasmo le escribía a Alberto para decirle cualquier tontera, lo que más echa de menos es eso de sentir ganas de escribirle a Alberto, de hablarle, de verle. ¡Joder! se dice Ana frente al espejo mientras se hace la manicure francesa, y con esa sóla palabra expresa el tedio que le provoca la idea de encontrarse con Alberto, de hablarle, de verle, en realidad Ana está sin palabras, no quiere ni tiene nada que contar, no sabe de qué hablará si Anita no aparece ipso facto, Ana sólo quiere ver televisión, leer, dormir, trabajar un rato y repetir esa rutina, ni siquiera quiere tirarse a algún otro tipo.
El tedio se apodera de Ana, ni un cigarrillo, ni un Martini, ni un café, ni la noticia de que se ha ganado un millón de dólares serían capaces de animarle un poco.
Anita debe apurarse, si no, el teatro se les caerá de una sola vez, porque con el genio que trae Ana hoy día, no pasa nada.

Sunday, January 13, 2008

Pensaba que en cada pueblo de Chile debía existir al menos un motel, yo soy originaria de un pueblo chico, cartucho y copuchento, entre otras cosas, pero lo chico, cartucho y copuchento no le quita a la gente lo caliente o necesitado, porque tener sexo no siempre pasa por calentura, sino también por necesidad biológica. Me sorprendió hoy abrir la página de LUN y enterarme de que en Curanilahue, que no sé bien donde queda, no hay moteles. Hoy domingo ya es fome acá en la gran ciudad y casi ni se percibe gente por las calles, Las Condes, Providencia y hasta Santiago centro parecen pueblos fantasmas un día como hoy, pero por lo menos, me imagino que los moteles que hay están abiertos al público.
Parte de vivir en éste país es pasar alguna vez a un motel, o saber más o menos cómo funcionan y sentir que la identidad y privacidad de uno está expuesta o protegida. Parte escencial de nuestra cultura chilensis es haberse pegado alguna vez algún polvo en algún motel, en algún lugar, no? Hay moteles y moteles, he visto por internet algunos que tienen precios fuera de órbita y no me queda claro aún qué clase de servicio ofrecen, y hay otros en los que casi arriendan las piezas por media hora y son de dudosa higiene.
No puede ser que en Curanilahue nadie le haya pegado el palo al gato todavía, están perdiendo plata, Curanilahue y cualquier pueblo sin motel, necesitan urgente uno!! así la gente puede tener vida, sin tener que andarse manoseando en los parques a vista y paciencia de todo el mundo. Necesitamos consumar nuestras calenturas o lo que sea que sintamos en cuatro paredes sin testigos.
En mi pueblo los moteles eran invisibles, nadie veía nada, pero el que necesitaba uno sabía donde ir, y los que eran visibles quedaban lejos del pueblo, los habían de buen y mal pelo, caros y baratos, pero al menos los habían y dejaban ganancias, y la gente no andaba con así-tu-vena todo el rato.
Igual tiene su qué-sé-yo llegar con el amiguito de turno al motel, sin que nadie te cache ni le importe en qué andas. Total todo lo que pasó, allí murió.
Me gustaría conocer el motel Valdivia, el que fue utilizado para filmar unas escenas en Sexo con Amor. A mi también me gustan los moteles y si no los hubiese utilizado tendría ganas de hacerlo, ciertamente.

Saturday, January 12, 2008


Quiero dormir un año
y cuando despierte,
quiero que todo esté encaminado,
no quiero dudas, sólo emociones.
Quiero descansar sin tener que preocuparme por nada ni por nadie,
profundamente, como si me hubiese tomado una tonelada de quetiapinas, sin pena;
quiero tener las uñas largas, y en el sueño profundo, haber aprendido a auto hacerme la manicure francesa perfectamente,
quiero descansar, y al volver
quiero tener tiempo para vivir, sin preocuparme por estupideces
y tener cosas serias, ser más grande, ser madura
quiero t a n t a s c o s a s
y tengo miedo de que las más fáciles y escenciales sean tan difíciles de conseguir
por que el mundo y la vida
simplemente son y están
u p s i d e
down

Friday, January 11, 2008

Ana y el no tener idea de nada
Ana camina de un lado para otro y se dice "no!", no a pensar en ser infiel, no a pensar en lo que pasa al otro lado de la línea donde Alberto está, no a las cosas locas que se le pasan por la cabeza, no a tomar una ducha y salir corriendo sin pensar demasiado en la "infidelidad" que podría llevar a cabo, Ana dice no a mentir, no al callar, no al dejarse llevar por las moléculas de su propia naturaleza libertina, rápida y brutal. Ana aveces quiere cambiar, otras quiere seguir igual, otras quiere ser peor, otras quiere ser mejor. Ana no sabe cuál es el norte y cuál es el sur.
Ana camina de un lado para otro y se dice "sí!", sí a pensar en ser infiel y serlo, sí a su juventud, sí a su libertinaje, sí a pensar mal sobre Alberto y quien sea que lo rodee en éste preciso instante, sí a cualquier cosa loca que pase en su cabeza, sí a ir a ducharse y salir corriendo para consumar su infidelidad, si total tendrá tintes de despedida, de alejamientos, será un dos por uno, por un lado se despide, en parte de ella misma, en la otra del individuo y la segunda pieza, es como siempre, ponerse el parche antes de la herida para por lo menos guardarse las piedras en el bolsillo, esas piedras que mantiene hasta que alguna vez sea el momento de lanzarlas para romper más vidrios.
Ana no sabe nada... no tiene nada claro, no sabe dónde queda arriba ni dónde queda abajo. Ana cree que es mejor dormir.
Ana, por primera vez no tiene idea de nada, y tampoco quiere saber.